30-septiembre-08. Bienvenidos a la bitácora de Reconocimiento de Patrones.

Me queda media hora para ir a la primera clase. Me pregunto cuántos alumnos tendré. Consulto las estadísticas: siete. ¿Siete? ¿Siete despistados? ¿Siete aguerridos? ¿Siete... qué? En esta Escuela que se derrumba sobre sus pilares, que agoniza quejumbrosa ante la más alegre inconsciencia de sus llamémoslos dirigentes, hay siete estudiantes en esta asignatura. ¿Por qué están aquí? ¿Saben lo que se les viene encima?

A la vuelta de clase: parecen entusiasmados y llenos de energía. El tiempo lo dirá, pero esa sensación ya me da esperanza. Si todo va bien, llegaremos lejos, ellos y yo. Les he propuesto dar la asignatura en inglés bajo la estricta condición de que fuera por unanimidad. No la habido. También me ha sorprendido. Es evidente que un nivel bajo de inglés te cierra puertas, te condena a tu propio país donde, por otra parte, la informática no proporciona trabajos ni bien pagados ni de calidad. Véanse los informes oficiales, que muestran que España tiene un 30% de trabajo de baja calidad con especial incidencia en los empleos de informáticos. ¡Ah, España, el gran país configurador de paquetes hechos por terceros!

Pero es su decisión.


 

7-octubre-08. Primer día de clase. Homenaje a Raymond Queneau: homeoteleutones.

Con sinceridad pero sin ampulosidad, de algoritmos hoy empecé la complejidad. Modelos de computabilidad, tal como la RAM realidad, expliqué con intensidad, locuacidad y con máxima inteligibilidad. Con bondad miré a la alumnidad; algunos tenían cara de ansiedad y calamidad; otros, de franca befedad; los más, de estudiada estudiosidad. Parece que hay sagacidad, velocidad mental (de la de verdad) y perceptibilidad (también hubo puntualidad). Con posterioridad, analicé el algoritmo de inserción. Por necesidad, vi análisis de complejidad: en el peor y mejor de los casos, y por su dificultad, dejé aparte la probabilidad. Traté de llevar la clase con ectsidad. Les apremié: "participad, agudizad ingeniosidad, concretad con brevedad, degustad la originalidad, estudiad con heroicidad y sobre todo… ¡nada de pasividad, ni flojedad, ni frivolidad, y aún menos lenidad!"

Con imperturbabilidad, mandé laboriosidad para el próximo día: "Idead algoritmo para la medianidad, verificad complejidad, intentad bajar complejidad a la linealidad, plantead ecuaciones con objetividad y oportunidad. En fin, disfrutad".


14-octubre-08. Se despiertan - Sorpresas.

Pero ¿qué ven mis ojos? Pero ¿qué oyen mis oídos? Hago preguntas en clase, ¡y los alumnos responden! Como para no creérselo. Cuento el teorema maestro de la complejidad, y sí, copian, pero antes intentan entender... Cosa aún más extraña: ¡les parece útil los resultados que doy! Parece mentira, pero estos chicos me están alegrando el día. Y no parecerá poco si añado que vimos, aguzad los oídos, ¡el algoritmo lineal de la mediana de Floyd!, incluyendo el análisis de complejidad. Asombroso, ¿no? Después hacemos problemas de la hoja. ¿Y cómo hemos de resolverlos? Claro, a través de debates entre los alumnos. Poco a poco, y creedme si os digo que no sin esfuerzo, salen las soluciones correctas. ¡Me pasmo! No son pasmarotes. Les gusta participar, no les importuna pensar.

¿Y cuál creéis que fue mi comentario final?: "Aquí termina este repaso de algoritmos y complejidad". Para mí sorpresa, se dibujó una sonrisa irónica en sus cara. "No es un repaso, desconocíamos casi todo"-murmura un alumno-. Pero ¿qué diablos ven en las asignaturas troncales de algoritmos y estructuras de datos? -me pregunto, me asombro, me desconcierto, en fin, me sobrecojo-.


21-octubre-08. Introducción al problema de patrones - Vulgar.

M'a cagüen en leche, hora d'ir pa' clase patrunes. Joy toca dar l'intro a patrunes... ya sabéis... definichones, algos, anólisis y toa la pesca. El último día les plantifiqué mazo poblemas pa' ellos, pa' pensarlos, cojona, claro que sí, cagüen en to', que si no los arrean, no 'spabilan. A ver: "Granuja Malo, al puñetero pizarril, a lucir conocimentos, copón..." Sííí, ahí, dale, pilla el epsilón, a tope. Bien. Siguiente: Crisma Ritintan, al pizarril también, dale caña... que se te va la pinza con la condición del c, que noooooo.... a ver si nos aclaramos, esa condición es del caso treeeeeesssss.

Buenooo, pasemos a los patronacos esos, que me están ya tocando las narices y aledaños varios. Definiciones pa' mpezar: patrón, texto, prepijos y supijos y ¡too lo que haga falta, hostia! Qu'esto es nacesario. Venga, un lemita pa' probar, moverse las nuronas como movéis las mandíbulas... Y ahora el algoritmo de la fuerza vuestra (risotada atontoliná del profe o lo que sea el panoli de la calva: ojio, ojio, ojio). Le doy un par de vueltas al anólisis probabilístico... ¡Anda, la hostia!, si resulta que sale lineal para patrunes y textos aleaturios... ¡Lo que hay oír! M'a cagüen en mis muelas.

 


CANCIÓN DEL PIRATA

Con ocho ansarones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un majadero ruin;
cruel garrapata que llaman
por su atronadura el Temido
(sí, es Paco Gómez Martín)
en todo el mar conocido
del uno al otro confín.
La tiza en el pizarril pincela,
y en la clase gime el atento
y pare con suave atrevimiento
ideas de plata y azul;
y ve la cruel garrapata,
cantando alegre con grandeza,
Ignorancia a un lado, al otro Pereza,
y allá a su frente el reino de Gandul:
- Navega, el Temido, con brío,
y sin temor
que ni alumno con desvarío,
ni Rectorado en conchabanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Mucho y hermoso
hemos hecho
a despecho
del recel(l)oso
y han rendido
sus insignias
cien disciplinas
a mis pies.
Que es mi clase mi tesoro,
que es mi Dios la libertad intelectual;
mi ley, el esfuerzo y la imaginación;
mi única patria, el bien enseñar.

Allá muevan feroz guerra
ciegos profesores
por media asignatura perra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el reconocimiento de patrón bravío,
a quien nadie impuso censores.
Y no hay cuestión
sea cualquiera,
que quede fuera
de consideración,
y que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi tesón.
Que es mi clase mi tesoro,
que es mi Dios la libertad intelectual;
mi ley, el esfuerzo y la imaginación;
mi única patria, el bien enseñar.

A la voz de ¡el Temido viene!,
es de ver cómo el mediocre vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del preguntar
y mi furia es de temer.
En mis clases
yo a pensar obligo:
pues el comprender
produce placer:
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival del entender.
Que es mi clase mi tesoro,
que es mi Dios la libertad intelectual;
mi ley, el esfuerzo y la imaginación;
mi única patria, el bien enseñar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río:
no me abandone la suerte,
y al mismo que me vitupera
a preguntas acribillaré
en medio de su propio extravío.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di
cuando el yugo
de la estupidez
como un bravo sacudí.
Que es mi clase mi tesoro,
que es mi Dios la libertad intelectual;
mi ley, el esfuerzo y la imaginación;
mi única patria, el bien enseñar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de las espíritus sacudidos
del negro mar de la desidia los bramidos
y el rugir de mis razones.
Y del trueno
al son violento
(de las críticas injustas),
y del viento
al rebramar
(de la mediocridad impune),
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el calor
que da el siempre haber tratado
de bien enseñar.
Que es mi clase mi tesoro,
que es mi Dios la libertad intelectual;
mi ley, el esfuerzo y la imaginación;
mi única patria, el bien enseñar.

 

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